martes, 16 de julio de 2013

Tatá

 
 
Supongamos que yo me haya enamorado de Tatá y que ella de mí, dos circunstancias y edades diferentes, dos mentes alimentadas de diferentes formas, o dos espíritus, o alma, o ¡yo que sé! como me diría ella, mirándome a los ojos, y como me gusta a mí. Supongamos que he pasado unos momentos maravillosos en su compañía y ella también conmigo y sobre todo cuando me imagino que habríamos tenido relaciones sexuales completas, redondas, plenas, maravillosas, y en entornos bellísimos, diversos y también naturales, en donde supongamos se han encontrado dos seres excepcionales, una Reina de Reinas, con un Rey de Reyes. ¡Cuantas caricias, besos, arrumacos tiernos y también pasionales como salidos de un volcán de fuego y de colores! Supongamos que el sabor y olor de nuestros cuerpos nos han embriagado en una unicidad total y plena, cuando hemos contemplados estrellas y soles magníficos que nos han acompañado siempre en complicidad con nuestros amado Universo. Su cuerpo fue mi cuerpo, el mío suyo y nos convertimos en uno o una.... supongamos que existe Tatá.